El placido sueño de mis compañeros (aka Princesitas Durmientes) acabó con un «Chavales!! A levantarse que toca facturar!!!». Y es que el solitario aeropuerto de la noche se había convertido en un jaleo de chinos corriendo en todas direcciones. Después del típico ciclo facturar->controles donde todos los europeos les parecemos iguales -> embarque, estábamos camino de Chengdu. El vuelo duró alrededor de dos horas donde lo más llamativo fue que antes de aterrizar pusieron las típicas pantallas de avión solo que en vez de aparecer «Cuenca y sus paisajes» aparecían dos azafatas indicando donde se tiene uno que masajear para que al salir del avión no le duelan a uno las piernas. No había visto eso en mi vida.

Llegados a Chengdu nuestro plan era buscar la manera de llegar a la estación de autobuses y de ahí, tomar un autobús a Leshan para ver un Buda enorme tallado en la montaña. Ya en el propio hall del aeropuerto vimos un stand de CITS con una chica con una plaquita de CITS. Esto puede parecer obvio, pero a día de hoy estoy seguro que esa mujer no era precisamente del CITS (o eso o ya chanchullan hasta en su lugar de trabajo). Fuimos a ella como moscas a…comida de moscas y le contamos nuestro plan. En seguida nos dijo que lo que nosotros planteábamos eran 60 por ir a la estación y luego de la estación a la estación de Leshan eran 40 por cabeza pero que ella conocía a no se quien que por 200 yuanes nos llevaba desde el aeropuerto hasta el Buda de Leshan. No sabemos si nos timo mucho o poco, pero lo cierto es que teniendo el tiempo ajustadísimo como lo íbamos a tener lo que nos ofrecía nos daba la vida.

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